jueves, 15 de abril de 2010

una noche

Éste parecía conocer el arte de besar tan bien que sus labios susurraban algo sobre mi piel, algo que empecé a entender de a poco. Con una paciencia infinita se deshizo de mi sweater, de mi playera, de mis pantalones y quede en ropa interior. Y cuando llego el momento de quitar ambas prendas, lo hizo como si se tratará de algo extremadamente delicado. Sentado al pie de la cama, puso las manos sobre mis senos, los toco de arriba hacia abajo sólo rozándolos y bajó las manos lentamente.

A este pobre le había tenido tanto miedo desde el principio, parecía tosco y torpe, parecía de esos que te dan nalgadas en lo más emocionante. Pero al contrario de eso, al levantarse de la cama con esas nalgas firmes, los brazos marcados y el abdomen cuadriculado, sin exagerar. Las ganas crecían aún más.

Aunque con todo y el maravilloso preámbulo, nada pasó, ni un grito sordo pudo obtener de mi. Sin embargo por alguna razón he ansiado sentir sus sabanas suaves de paño otra vez.

Martina

No hay comentarios:

Publicar un comentario